Desde mi vieja Minolta de mi adolescencia a las cámaras de medio formato digital de la actualidad, he intentado crear la realidad que me sugiere la luz cuando juega con las formas del mundo, más que crear copias de lo que se nos aparece.

La fotografía publicitaria y comercial no debería ser una excepción, el ojo del fotógrafo y toda su técnica no tienen sentido si no se implican en mostrar la idea que nos despierta la realidad y/o el encargo que tenemos delante. Sin esta implicación hacemos un flaco favor a nuestra profesión y al cliente que nos confía su proyecto.

Las herramientas que usamos van variando, desde la película analógica al mundo digital o la creación de imágenes por ordenador, pero eso más que apartarnos del objetivo de dar nuestra visión del mundo nos debe animar a seguir aprendiendo y mejorando.